Hoy celebramos el Día Internacional de las Mujeres Emprendedoras, instaurado por Naciones Unidas en 2014 con el objetivo de sensibilizar a la sociedad sobre los obstáculos en el entorno empresarial y financiero con los que todavía se enfrentan las mujeres a la hora de emprender.
El 54% del emprendimiento ha estado liderado por las mujeres rurales, frente al 30% de los casos en el ámbito urbano. Sin embargo, esta apuesta del colectivo femenino rural se ha visto frenada, en muchos casos, por la famosa brecha digital, la falta de infraestructuras, comunicaciones deficientes, carencia en nuevas tecnologías, necesidades formativas y una sociedad condicionada por fuertes arraigos tradicionales.
Son las mujeres rurales quienes en los años más duros de la crisis económica de este país, decidieron salir de su casa sacrificando en parte su conciliación familiar, para poner en marcha una pequeña empresa o un negocio.
La tarifa plana, así como la subida de la cuota de autónomos, son medidas indiscriminadas que no hacen ningún favor para fomentar el emprendimiento y la despoblación que afecta duramente a la economía rural. Estas decisiones, lejos de frenar la despoblación, van a suponer más paro, menos mujeres y jóvenes en la actividad agraria, menos autónomos y mayor despoblamiento, y que por tanto, es necesario reconducir esta situación.
Es importante seguir luchando por la puesta en marcha de políticas que garanticen la existencia de servicios sociales, un adecuado desarrollo de las nuevas tecnologías, que promuevan la igualdad de oportunidades, que generen empleo de calidad, que garanticen la corresponsabilidad en la vida profesional y familiar y que fomenten la incorporación de mujeres y jóvenes al mercado laboral.
Las mujeres rurales ya han demostrando su valía. A nivel europeo, las mujeres constituyen un tercio de la fuerza del trabajo que abre una empresa en la Unión Europea. En España, en los nueve primeros meses del 2018, las mujeres representaron el 45% de los nuevos autónomos que cotizan al RETA.
Hay que fomentar políticas que generen oportunidades para que toda mujer o joven que quiera formar parte del engranaje que forma el medio rural, poniendo en sus manos las herramientas necerarias, y aprovechando su talento para localizar oportunidades que den vida a nuestro medio rural.
La despoblación no es un problema desconocido, hace años que estamos sufriendo una imparable migración de nuestros entornos rurales. Una situación que pone en grave peligro la supervivencia de estos territorios donde anualmente han descendido en 45.000 habitantes.
En torno al 60% de los municipios españoles están sufriendo una grave extinción demográfica por la falta de inversión y dedicación a estos entornos. Fijando politicas dirigidas a jóvenes y mujeres, centradas en el emprendimiento, podemos ser capaces de fijar la población al territorio y frenar la despoblación.
Hemos de seguir fomentando el emprendimiento en el medio rural, premiar la iniciativa y poner todos los medios a su alcance, de forma que desde la administración se sientan recompensados y no penalizados por su espiritu emprendedor.